Esta mañana de verano, se sentía una brisa tibia que mecía las ramas del olivo del jardín del Hogar, cuando nos comunicaron que acababa de partir el alma de nuestra querida hermana Teresa, para reunirse en el cielo con sus familiares más queridos. Sus ojos se cerraron para siempre y sentiremos su pérdida enormemente.
Se fue de forma discreta, como era ella… con la palabra “gracias” prendida de sus labios. Al contrario, hermana, le diríamos… GRACIAS a usted, por darse ENTERA… por una vida de dedicación plena a sus semejantes. Gracias y mil gracias por su sencillez y abnegación.
Nos sentiremos felices pronto, porque ha partido en paz, confortada por la presencia de su hermana de sangre y sus Hermanas… de espíritu. Sin embargo, hoy no. Hoy en el Hogar Santa Lucía se respira una profunda tristeza, de esas que hacen que el alma pese. Pero también agradecimiento, por haber podido trabajar mano a mano al lado de esta bellísima persona, tan noble y buena.
Querida hermana Teresa, cuídenos desde el cielo. Descanse en paz.

